jueves, 8 de abril de 2010

La tiranía de la transparencia por Marisa Chamizo

Este es el nombre del dossier publicado en el Courrier International del mes de febrero del 2010.

Además de la pertinencia del título que nombra la época, trae algunos datos, informaciones, verdaderamente sorprendentes.

Con los scanners corporales utilizados en los aeropuertos y las cámaras que se multiplican en las grandes ciudades, se va fortaleciendo la convicción de que el avance de la transparencia de nuestros cuerpos nos otorga una garantía absoluta. Nos preguntamos: De qué?

Como si esto fuera poco, nos enteramos que Google está por lanzar dos programas nuevos que “la generación transparente” espera con impaciencia:

Google Home View, con el que podremos ver cómo nuestros amigos , vecinos miran la tele, comen spaghettis o pasan del dormitorio al baño.

Google Anatomy con el que se podrán intercambiar y examinar radiografías, tomografías, endoscopias de los amigos.

Si esto va a formar parte de la diversión en este tipo de intercambio, sin provocar angustia, no es una demostración de que la época empuja a separar semblante de real? Se desanudan semblante y real sin la aparición de la angustia.

El intercambio de esas imágenes del cuerpo no parece formar parte de ninguna comedia entre los sexos sino de un soliloquio de una práctica solitaria.

Marisa Chamizo

Abril 2010

sábado, 27 de febrero de 2010

Colaboración de Ana María Zambianchi,

http://www.struckthefilm.com/

jueves, 4 de febrero de 2010

cambio mail

Nueva dirección   mauriciotarrab@arnet.com.ar

lunes, 28 de diciembre de 2009

CAMBIO E-MAIL

Mi nueva dirección de correo electrónico a partir de enero será

sábado, 19 de diciembre de 2009

Silvia Salman, AE!

Felicitamos a nuestra amiga Silvia por su nominación de AE esperando su testimonio con el gusto anticipado de quien conoce su precisión y exactitud.

martes, 8 de diciembre de 2009

Nuevo AE

Con gran alegría les comunicamos que Gustavo Stiglitz acaba de ser nominado AE por el cartel del pase de la FEEP (Federación de Escuelas Europeas de Psicoanálisis)
Esperamos su transmisión a la comunidad con entusiasmo.

sábado, 5 de diciembre de 2009

La diputada más anciana del Congreso Por Mirta Varela

La más célebre conductora de la televisión argentina presidió ayer la sesión del Congreso durante la jura de los nuevos diputados electos. La noticia combina de manera tan perfecta ingredientes de la política y la televisión que parece el invento de algún cómico ingenioso. Sin embargo, una vez más, la realidad supera a la ficción.
Pinky -porque por ese apodo conocemos los argentinos adultos a la Diputada Lidia Elsa Satragno- fue una conductora de televisión. Esto quiere decir que construyó su personaje mediante la combinación equilibrada de una voz y una modulación inconfundibles, con una cara y un cuerpo particularmente bellos. Cuando comenzó su carrera durante los años cincuenta fue bautizada con un nombre con reminiscencias norteamericanas que le sumaban, además, un rasgo contemporáneo de modernidad y juventud. Sin embargo -según se decía entonces- Pinky ya poseía “una belleza clásica”. Lejos de las rubias pasajeras que la televisión encumbraba y abandonaba rápidamente, Pinky fue una jovencita precoz que ya anunciaba con su pelo morocho bien argentino a la futura señora de la televisión nacional. Así lo entendió rápidamente Leopoldo Torre Nilsson cuando le ofreció el papel de “la chica bonita” en La Caida, un filme de 1958, el mismo año en que es declarada “mujer del año” por su reconocida labor en televisión. Así lo entendió mucho tiempo después la última dictadura, cuando en 1980 utilizó su voz y su rostro para anunciar la inauguración de la televisión color. O cuando en 1982 volvió a solicitar sus servicios para conducir el programa monstruo donde las damas patrióticas ofrecieron, una vez más, sus joyas al ejército argentino en un estudio de televisión. Así lo entendió ayer Graciela Camaño cuando invitó a la diputada más anciana del Congreso a presidir la sesión.
Hay que decir que Pinky estaba vestida para la ocasión: un inefable cuello de volados de gasa u organza (espero que se sepa disculpar mi ignorancia e impericia) rodeaban su cuello y le otorgaban el aire adusto y severo pero también femenino y ligero que requería el rol. Pinky, que llevaba el pelo corto y abultado en la película de Torre Nilsson, lucía ayer un peinado prolijamente recogido en alto. Lucía, en fin, el look de una anciana. Pero no una anciana como las que vemos por la calle, empeñadas en parecer jóvenes y activas, sino una anciana de la televisión de los años sesenta. Algo así como la caricatura de abuelita que ideó uno de los dibujos animados más famosos de entonces: Tweety. Pinky (cuyo apodo rima con el nombre del pajarito) parecía imitar ayer a la adorable abuelita que persigue a bastonazos al gato, para luego molerlo a golpes al grito de “escúpelo, escúpelo, escúpelo”.
La imagen de Pinky en el Congreso obedecía al supuesto de que un acto solemne, tal como ella misma se encargó de caracterizar la ceremonia de jura, requería el cuidado de las formas. Es notable que el diario Clarín y La Nación en sus comentarios sobre la noticia refieran al ataque que el oficialismo habría operado a la “institucionalidad”, mientras saludan la intervención de Pinky durante la sesión. Entre otros símbolos valorados por Pinky durante la sesión, los diarios mencionan el izamiento de la bandera, lo que permite recordar que antes de ser conductora de televisión, Pinky también fue maestra. Las instituciones son formas: ya lo dijo Foucault mejor que el diario La Nación hace mucho tiempo. Por alguna razón, sospecho que no quisieron decir exactamente lo mismo. Que Pinky utlizara signos doblemente viejos (representar una anciana mediante atributos pasados de moda) es coherente con sus ideas reaccionarias en el plano político. Que Pinky utilizara signos de origen mediático (representar su rol de diputada mayor como una ancianita noble de un dibujo animado) es coherente con el espacio político al que representa. El PRO presenta ideas reaccionarias en un envase mediático publicitario, dicho moderno. Estética y política lograron, esta vez, un principio constructivo muy ajustado.

Durante el reinado de Pinky en la televisión de la década del sesenta había un programa periodístico llamado Parlamento 13. Era un programa de panelistas con invitados variados para hablar de temas diversos. La única singularidad del programa era que se utilizaba como marco escenográfico un parlamento de cartón pintado. Los periodistas e invitados ingresaban al Parlamento 13 (emitido obviamente por canal 13) haciendo temblar a su paso una columnata de reminiscencias clásicas. El debate transcurría en una escenografía que simulaba el interior de una sala del congreso. La escenografía era verdaderamente kitsch en el sentido en que el kitsch supone la pretensión de hacer pasar por lo que no es (en alemán verkitschen es “hacer pasar gato por liebre”). Este engaño se realiza a través de la imitación de un original, de un cambio de escala o de la suplantación de materiales nobles por otros que no lo son. La escenografía de Parlamento 13 incurría en todos los vicios: era más pequeña que un congreso original, sus materiales, lejos de ser sólidos, eran muy endebles y efímeros y su nombre apelaba a una traducción extranjera de lo que en buen criollo se conoce por “congreso”. Todo lo cual, dicho coloquialmente, redundaba en un congreso “de mentirita”.
En su momento, Pinky no participó en la conducción de Parlamento 13 que, no está de más aclarar, era conducido por varias figuras masculinas, más apropiadas para los temas serios que allí se discutían. Las mujeres que integraban el staff se limitaban a operar como taquígrafas de mentirita. Ayer, el noticiero de Canal 13 -que demostró ser menos efímero que el Parlamento- presentó esta noticia con el título “Muñeca brava”. Hoy, el diario La Nación incluye una nota de color de Pablo Sirvén titulada “Pinky, una estrella que volvió a brillar”. El diario Clarín destaca el modo en que Pinky se mostró imperturbable y consiguió hacer silencio en el recinto. Todo parece hacer pensar que las riendas del país pueden ser conducidas con mano firme y canas bien peinadas de una vieja estrella de televisión. Creo que la escena amerita, sin embargo, otra mirada.
La televisión –como ya lo había hecho la radio- otorgó a los conductores un rol protagónico. A través de su voz y su rostro establecían un contacto con el público que resultó fundante para el contrato del medio. No importaba el contenido sino el vínculo. La sobreimpresión de las formas televisivas sobre las formas de la política adquirió muy tempranamente un sentido literal, como en el caso de Parlamento 13. Que cuarenta años después sea una vieja conductora de televisión quien reclama y otorga símbolos de institucionalidad al Congreso Nacional habla de una etapa superior de las instituciones, las formas y la parodia.

Extraido de http://mirtavarela.blogspot.com/2009/12/la-diputada-mas-anciana-del-congreso_04.html